Bueno, en el fondo, es normal: han pasado nada menos que siete meses.
Confieso que nunca he sido demasiado amiga de los cambios pero, poco a poco y a fuerza de vivirlos, creo que me voy acostumbrando. Hablan los números: en menos de un año y medio he pasado por dos ciudades, tres pisos y cuatro trabajos…
Recuerdo perfectamente cómo escribí el último post y del «miedo» que sentía por la incertidumbre de lo que podía (o no) venir. Ese es el problema de las expectativas que, pese a que intenté no tenerlas, ahí estaban, ideando un futuro estupendo que me animase un poco a hacer todo más fácil e ilusionante a la hora de irnos.
Siete meses después, creo que esas expectativas me han ayudado a exigirme más a mi misma, a marcar objetivos y a buscar la forma de lograrlos:
- Si te imaginas una casa en la que te sientas cómoda, ¿por qué no la vas a tener?
- Si te imaginas un trabajo que de verdad te motive, ¿por qué no lo vas a conseguir?
- Si te imaginas una boda perfecta, ¿por qué no va a ser así?
Y, lo más importante:
- Si te imaginas siendo feliz, aun estando lejos de tu gente y de tu verdadero hogar… ¿qué te va a impedir serlo?

La Marta de hace 13 años (y bastantes menos…) hubiera tenido múltiples respuestas para absolutamente todas las preguntas. ¡Toda una crack del pesimismo!
¡Siete meses!
Obviamente, todo es un proceso y no se consigue de un momento a otro. Créeme que las dos primeras semanas no habría podido contar todo esto de esta manera… La ilusión seguía estando, pero la incertidumbre también.
Hasta que, de repente, todo fue encajando y, de cada imprevisto, sacábamos una coña y unas risas.
Siete meses después podemos decir que…
- Tenemos una casa chulísima, escasita de decoración, sí… pero nuestra. ¿Fácil? No. Hubo que lidiar con técnicos revienta-tuberías, con cucarachas invasoras… y con el Ikea.
- Tengo un trabajo exigente y nuevo para mi, pero estupendo, en el que tengo la oportunidad de aprender todos los días. ¿Fácil? No. A veces, para saber lo que quieres, tienes que saber primero lo que no quieres. Y para eso hay que pasar por otros trabajos no tan estupendos…
- Hemos tenido la mejor boda de la historia, de ensueño. ¿Fácil? No. Prueba a preparar una boda a distancia y a ver qué tal…

¡Visualizando!
Lo pienso en frío, pensando en cómo le contaría todo esto a #MiPersonaFavorita, y sé que no podría hacerla más feliz. Qué lástima que vivieses esas lágrimas de hace trece años de camino a Sevilla y no disfrutes la alegría de ahora…
Tengo un novio-marido (aún es pronto para decirle marido, no me sale, ¡¿qué le hago?!) muy pesado y muy empeñado en lo importante que es visualizar las cosas y pensar en positivo. Va a ser que después de casi diez años con él, algo se va pegando…
¡SEGUIMOS!