Reconozco que me cuesta contarlo y creo que es porque, en cierto modo, me siento un poco juzgada cuando lo hago…
Sin embargo, este Blog no tendría demasiado sentido sin contar en qué consiste ese cambio de 180 grados que os contaba en entradas anteriores.
Por fin, después de años y años postergándolo, encontrando siempre mil excusas para no hacerlo…
[Id cargando vuestros «pues no era para tanto…» 😛 ]
Me he matriculado en el Máster de Profesorado de Educación Secundaria y Bachillerato.
[Ahora, ¡disparadlos!]

Bueno, es normal que penséis que no es para tanto. En realidad, dicho así en frío, no lo es.
Pero el matiz cambia cuando la vida profesional ha girado en torno a otros trabajos y, por lo tanto, a otras formas de vida, otros principios y otras motivaciones que, evidentemente, yo nunca he llegado a ser capaz de hacer del todo mías.
Sin embargo, lo fácil aquí sería echarle la culpa a los trabajos cuando, en realidad, la culpa es sólo mía. Aún estando cómoda, aprendiendo, con buenos resultados y disfrutando con el ambiente de trabajo, siempre ha existido la sensación de que me faltaba «algo». Como si no fuera del todo mi sitio.
En este tiempo de parón y reflexión me he dado cuenta de que es necesario definirnos, aunque creo que no es fácil, al menos así de primeras…
¿Qué nos levanta por las mañanas?
¿El dinero? ¿La motivación? ¿Ayudar a los demás? ¿Disfrutar? ¿Las responsabilidades? ¿Tener tiempo libre? ¿El reconocimiento? ¿El aprendizaje continuo? ¿Creer de verdad en lo que haces?
La Marta de 23 años no hubiera elegido lo mismo que ahora (de hecho, no lo hizo… Aunque sí te diré que los matices más importantes siguen coincidiendo).
Ahora, ocho años después y tras pasar por varias experiencias laborales, en las que he podido disfrutar más o menos, pero de los que he aprendido muchísimo (y de los que, por cierto, me he llevado grandes amigos), lo tengo un poco más claro:
Soy una persona que necesita sentirse motivada, creer verdaderamente en lo que hace, sentir que es puro y sirve para algo positivo.
Sé que suena a unicornios vomitando arcoíris… Utópico total. Y también sé que los trabajos no dejan de ser eso, trabajos. Pero, por lo menos, creo que hay que intentar acercarse.
¡Ah! Y también creo que deberíamos hacer más caso a la contestación que dábamos de pequeñitos a la pregunta «¿qué quieres ser de mayor?». Ahí, a veces, también hay respuestas.

Una ¡“““simple”””! profesora.
Quien me conoce, lo sabe: toda la vida he sentido ese gusanillo de la docencia. Sabía que era lo que me gustaba, que es algo para lo que podría servir.
Pero, como ya os adelanté en esta entrada, me llegué a creer que mi formación estaría «desaprovechada» si “““sólo””” me dedicaba a ser una “““simple””” profesora. Hasta a mí me sangran los ojos al leer esta última frase…
Y la pregunta que me hago es la que toca, ¿hasta qué nivel de desprestigio puede llegar una profesión tan fundamental como la de un maestro o un profesor para hacer esa conexión de ideas?. «¡Tú lo que quieres son los tres meses de vacaciones!» o «¡Anda que no! ¡Trabajar de 9:00 a 14:00!» Aún no he empezado el Máster y ya he escuchado esto varias veces, quizás tenga algo que ver…
- ¿Que mi formación puede servir para otros puestos de trabajo muy potentes? Sí.
- ¿Que ser profesor es uno de los trabajos que más potentes debería ser? También.
A día de hoy no sé si llegaré a conseguir un trabajo como profesora, si se me dará bien, si será como me lo imagino…
Sé perfectamente que no es un sector fácil, tanto para conseguir un empleo, como por todo lo que supone el trabajo en sí.
Pero lo que tengo claro es que, por fin, he conseguido la motivación y las ganas de ser capaz de atreverme, por lo menos, a intentarlo.

¡Hala, pues ya lo solté!
Es imposible resumir en un único post todos los sentimientos, motivaciones y experiencias que me han traído hasta aquí y, mucho menos, los que están por venir…
Por eso existe #Martamente, porque creo que este sentimiento no lo tengo yo sola. Obviamente, no me refiero al hecho concreto de querer cambiar mi dirección profesional para ser profesora, me refiero al cambio, al atrevimiento, al asumir que no pasa nada por habernos “equivocado” de camino, quizás eso es precisamente lo que nos hace ver lo que queremos más claro.
¿Muchas explicaciones?
Ya os lo dije, quizás es porque me siento un pelín juzgada…
Si quieres, quédate por aquí y lo vamos viviendo 🙂
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Aletheia
Acabo de ver el anuncio último de Adecco creo que es… Madre mía, parece que el guión lo hubieras escrito tú al mismo tiempo que este post ?
Enhorabuena por el atrevimiento. Y porque sé que te va a hacer feliz ser una «simple» profesora, marcando vidas de otros y ayudándoles a encontrar camino ?
Marta
Últimamente hay mucho «movimiento motivacional» por ahí pululando… Y creo que, bien mirado, nos puede ser más que útil 🙂
De eso se trata, de hacer lo posible por ser más felices… ¿Y por qué no serlo trabajando? Nos pegamos muchas horas, como para que se nos escape del todo… No ha sido fácil, ¡pero allá vamos! 😀