No han pasado ni dos semanas desde la publicación de las notas de la temida PEvAU (nuestra antigua Selectividad, que parece que a todo hay que cambiarle el nombre cada X años) y tan sólo unos días desde la adjudicación de plazas en las distintas carreras universitarias.
Recuerdo perfectamente la sensación de esos días del 2005: ese nerviosismo, esa inseguridad, ese miedo a las notas de corte… Y esa infinita inmadurez para tomar una decisión tan difícil como es a qué (carísimos) estudios dedicar los próximos años de tu vida (en el mejor de los casos 3, en el peor, como fue el mío, 6 añitos y medio: Derecho y ADE, la temida ‘Conjunta’ de aquellos años, ni más ni menos).
No sé si será porque de repente me he convertido en profe, o por las circunstancias tan particulares que han sufrido este año los alumnos (y profesores…), o por simple nostalgia sin más, pero en estos días me ha dado por bichear un poquillo Twitter, con el fin de ver algunas de las sensaciones de los estudiantes de este año. Y, claro, hay de todo:
- Desde el subidón del que ha logrado entrar en una de las carreras con la nota de corte más elevada.
- Hasta el que no se puede creer que se haya quedado a las puertas de lo que define como “su sueño”.
- Pasando por los que, aun sabiendo de sobra que iban a lograrlo, celebran el haber entrado en la carrera que habían elegido como si de una Champions se tratara.
Y todos tienen razón.

A toro pasado…
Pues sí, a toro pasado, todo se ve mucho más sencillo y a todos nos ha salido alguna vez ese sangrante “¡al final la Selectividad PEvAU no es para tanto!”. ¿Que es cierto? Sí. ¿Que daba rabia escucharlo antes? También. Pues a los chavales de ahora les pasa igual. Cierto es que ahora tienen Redes Sociales y nos dan mil vueltas en muchas cosas, pero, al fin y al cabo, siguen siendo niños y niñas de 17 años, como lo hemos sido todos.
Esta misma mañana publiqué este tweet y, no sé muy bien por qué, llevo todo el día dándole vueltas.
La sensación de abatimiento al no haber logrado entrar en la carrera deseada debe ser muy grande. Yo no lo sé, porque tuve la buena o mala suerte de entrar en la carrera que escogí como primera opción.
Y digo “buena o mala suerte” porque, lo que para mí al principio fue una alegría abismal, al poco de comenzar se convirtió en una de mis grandes cruces.
Yo creía y pensaba que deseaba entrar en esa carrera, pero en realidad no. Ahora que ha pasado el tiempo, creo que el hecho de entrar se convirtió más en un reto, por la elevada nota de corte, que por lo que podía venir después. Tanto es así, que aquí estoy ahora, reconvirtiendo mi carrera profesional hacia lo que verdaderamente me gustaba y me movía, como es la docencia.

Pero, “¿cómo iba a desaprovechar esa buena nota en entrar en una carrera de 5, como es Magisterio?”. Ahora sabría contestar a esta pregunta, pero entonces me dejé llevar por las famosas “salidas”. Ahí está la inmadurez de la que hablaba antes.
Con 17 añitos es muy difícil tener perspectiva. Todo el mundo opina y te quiere ayudar y si, además, a eso le sumamos un poco de miedo a defraudar y el hecho de no tener mucha idea de lo que suponen ciertos puestos de trabajo, equivocarse es muy sencillo.
Pero todo cuenta…
Igual que puede resultar un chasco el hecho de no entrar en la carrera deseada, también puede serlo el darte cuenta de que, una vez dentro, te has equivocado de elección.
Pues no pasa nada, porque todo cuenta, todo suma y, sobre todo, del camino se aprende.
En mi caso, seguí hasta el final, no sé muy bien si por resiliencia, o por cobardía. Pero también conozco muchos casos que se han dado la vuelta a mitad de camino y han empezado de nuevo.
Y es que, como digo, de ese camino también se aprende. Sobre todo, se aprende a saber qué es lo que NO queremos en nuestra vida, que a veces es la única manera de saber qué es lo que queremos de verdad. Descartando, básicamente, prueba-error.
Pero, para todo eso, es necesario seguir andando, aunque a veces se haga muuuuy cuesta arriba… Así que ánimo a todos, que ningún camino es sencillo, pero de todos se aprende.
Resiliencia, madurez, perspectiva, experiencias laborales y personales… ¿A que ahora no parece tan malo no acertar a la primera?