Pocos días más controvertidos que el de hoy. Y lo digo con pruebas en la mano, que ya he vivido un par de debates vía Whatsapp sobre lo necesario o innecesario de este día…

Opiniones para todos los gustos: que si es demagogia, que si es fundamental visibilizarlo, que si esto no hace más que fomentar la desigualdad, que si las manifestaciones son un peligro para el Covid,… Y, al final, como siempre, nos perdemos en las tonterías.

Tal día como hoy, hace ya tres años (cuando el mundo, en general, era distinto al de hoy y el mío, en particular, directamente era otro) escribía sobre esto mismo y ya lo dejaba caer:

«Reconozco que hace unos años este día me parecía una auténtica estupidez.
Es más, pensaba que lo único que conseguía era hacer crecer la desigualdad«

Aquel pensamiento nacía desde la tranquilidad de no haber encontrado “demasiados” problemas o, al menos, no haberme parecido tan graves o difíciles de solventar. O, quién sabe, a lo mejor era simplemente por tener interiorizadas algunas creencias que no eran tales…

Especial para 90minutos.co

Pero esos problemas o trabas, más tarde o más temprano, terminan apareciendo, por muy interiorizados que los tengamos. Hablo de cosas tan obvias como la discriminación laboral, la maternidad, la conciliación… Por no hablar de problemas mucho más graves que Dios nos libre de morir vivir. Sin embargo, los que he citado son problemas que ya vemos casi como algo cotidiano, habitual… Pues eso, que prácticamente lo tenemos interiorizado. Una especie de “es lo que toca”.

Aquel día terminaba aceptando lo que sigue siendo innegable a día de hoy, tres años después:

«Total, que visto lo visto, igual sí que es necesario dar un poco de visibilidad a las desigualdades, aunque sea un día al año. 
Más que nada porque a veces parece que las tenemos tan asumidas, que no nos damos cuenta de que existen
«

Dicho esto, y teniendo clara esta posición, también he de decir que no me extraña en absoluto que se levanten suspicacias que lleven a debate este tipo de días, porque yo misma me lo planteo cada vez que veo ciertas cosas en la tele o leo alguna red social. Vergüenza ajena en muchos casos…

Y es que, bajo mi punto de vista, es muy difícil sentirse representada por quien se empeña en representarnos.

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No me gusta pensar en este día como una lucha, sino como una reivindicación. Y no me gusta vivirlo desde el feminismo más purista, que parece que tiene que nacer necesariamente de las mujeres, sino desde el trabajo en equipo, junto con los hombres.

Lo que viene a ser un trabajo en sociedad, partiendo de la CULTURA y, sobre todo, de la EDUCACIÓN.

No me siento representada por casi ninguna de las que se sienten abanderadas de este movimiento (aunque alguna se salva, menos mal). Me siento representada por las mujeres que conozco, con las que vivo el día a día, con las que aprendo que cada vida se puede vivir de mil maneras, que cada opción es tan válida como cualquier otra y que, a pesar de todo, ninguna de ellas será fácil, porque todas ellas implican algo de renuncia.

Y ahí es a donde, al menos yo, quiero llegar con días tan especiales como el de hoy:
no quiero renunciar a nada por algo tan simple y tan complejo como es ser una mujer.

Porque sí, hace seis meses que siento, literalmente dentro y de una manera algo rebuscada en la que no voy a entrar, lo que significa renunciar. Y sé que volverá a pasar.

Pero no lo cambio. Porque ser mujer implica muchos inconvenientes, pero también es la única manera de vivir la sensación más bonita e intensa del mundo.

Así que, por las que me han enseñado a ser como soy y, sobre todo, por la pequeña que está por venir para cambiarlo todo…
¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!