No lo tenía pensado. No tenía pensado levantarme este Martes Santo y ponerme a escribir. De hecho, en estos momentos, mientras tecleo, debería estar adelantando unos doscientos ejercicios de inglés que tengo pendientes…

Pero es que claro, además de Martes Santo, «ya es 16 de abril», ¡y eso lo cambia todo!

«Ya es 16 de abril»

Tal día como hoy, hace diez años, lo que era una reunión de amigos en el campo, entre vinitos y guitarreo, se convirtió en uno de los mejores momentos de nuestra vida universitaria. Es más, me atrevería a decir que fue uno de los momentos más divertidos de nuestra vida, así, en general.

Por supuesto, como todo gran acontecimiento histórico, ese día tiene su nombre propio, para que las generaciones venideras lo recuerden como se merece: “16 de abril, el Día de la Bodaga”.

Dirás Día de la Bodega…. No, no, de la BodAga. Con A.

No entraré en detalles, pero es fácil: piensa en un campo con botas de vino en modo refill, guitarreo, mucho vino, un grupo de veinteañeros con ganas de pasarlo bien, chistes malos y más vino. Ahora mézclalo todo.

Aquí fue la primera boda…

Exacto, de ahí podía salir cualquier cosa. En nuestro caso, salió la idea de celebrar una boda (no me preguntes el motivo, porque no lo sé, o no lo recuerdo, o no lo quiero recordar…).

Pues eso, boda + bodega = bodAga (todo un juego de palabras, como ves, digno de la pedazo de bota de vino que cayó aquél día…).

Así, fuera de contexto sé que pierde gracia… Podría mejorarlo subiendo fotos o videos, pero si quiero mantener las amistades, será mejor que no lo haga.

La gracia es que, lo que ellos pensaban que era una broma, porque sólo “estaban casando” a dos amigos cualquiera, ya era un poco de verdad.

Y es que, lo que empezó siendo una coña, casi diez años después, se hizo realidad del todo:

  • Quién me iba a decir a mí que me iba «a casar» el mismo día que empezaba a salir con mi novio.
  • Y nada menos que por el rito «judeo-rockero» (el vino, recuerda…).
  • Y quién nos iba a decir que, diez años después, estaría casada con él de verdad.
  • Y, para colmo, ¡que mi boda real la oficiase la misma persona que ofició la de mentira! (aunque esta vez no fue por el rito «judeo-rockero», aunque sí igual de divertida e inolvidable).
Y aquí fue la segunda…

“Que veinte diez años no es nada”

Apenas… Sólo un tercio de nuestra vida. Mentiría si dijese que estos diez años han pasado casi sin darme cuenta. Es más, no sólo mentiría, es que ese tiempo no se merece pasar sin pena, ni gloria. Todo lo contrario.

Eso sí, echo la vista atrás y no puedo evitar sentir vértigo. He estado bicheando fotos (porque para qué estudiar inglés pudiendo ver fotos…) y, madre mía, qué sensaciones… No sé si soy la única que ve una foto y es capaz de recrear perfectamente el momento, pero no sólo de la foto, sino de su contexto y todo lo que engloba. Con algunas fotos es genial, pero con otras no tanto…

¡Y no lo digo por lo físico! Que mejor ni hablamos de esas metamorfosis extrañas que hemos tenido… ¿A mejor? ¿A peor? Eso ya que lo juzgue cada uno… (¡pero mejor será que cada cual se guarde la opinión para sí mismo!).

Hablo de cómo cambia todo, de cómo todo parece estar hilado… Al fin y al cabo, es normal, es nuestra pequeña gran historia.

Nos hemos hecho adultos juntos (yo diría que aún estamos en ello…). Hemos vivido muchas cosas importantes que nos han cambiado, a los dos, pero siempre manteniendo la esencia de cada uno.

Esencia de Lealtad.

Esa es la suya y él lo sabe, porque así me lo prometió hace siete meses. Sin duda, lo más importante.

Incondicional, sabiendo que está y estará siempre. Mi mayor confidente, porque sabe verme sin juzgar. Impulsando mis sueños, como si fueran los suyos propios. Confiando y creyendo en mí, más de lo que yo misma lo hago.

¿Cómo no ibas a ser una persona inspiradora para mí?

En este momento de cambio que le estoy dando a mi vida (sobre todo, profesional), hay varias personas que me han impulsado y animado a hacerlo. Pero si alguien corría algún riesgo, era él (la unidad social y económica del matrimonio, nada nuevo…) y, aun así, sigue siendo el que empuja más fuerte.

Cuando la realidad supera cualquier sueño…

De diez en diez.

El tiempo asusta cuando, en vez de contar los años de 1 en 1, los empezamos a contar de 2 en 2, o de 5 en 5… y ahora de 10 en 10. Pues, ya que hemos llegado a la década, ojalá tengamos que cumplirla muchas más veces.

Y ahora os dejo, que tengo que ir a recoger a mi novio marido para irnos a comer por ahí, ¡que creo que tenemos algo que celebrar!

¡A por el 16 de abril de 2029!