Después de la correspondiente paradita por el Día de la Madre, sigo con mis reflexiones intensitas que, aunque no se refleje públicamente, me consta que a algunos os sirven y, en cualquier caso, a mí sí que me sirve y, además, me encanta ?
Por si te pierdes, aquí te dejo las dos entradas anteriores:
Como digo, sé que algunos se han hecho preguntas a raíz de estas dos entradas, por ejemplo, ¿en qué miedo descubriste que eras valiente? o ¿quién no está dispuesto a luchar por sus sueños? La verdad es que me ha dado para pensar y, si os quedáis, os cuento un poco…
La Valentía.
Hay quien, por sí mismo, no se da cuenta de lo valiente que ha sido en algún momento. Sin embargo, desde fuera todos vemos clarísimo que, efectivamente, ha sido mucho más que eso. Es más, se nos ha pasado por la cabeza eso tan típico de “uufff, yo no sé si sería capaz de hacerlo…”.
Por eso, y siempre bajo mi punto de vista, considero que es súper importante hacer saber a nuestra gente lo fuerte y lo valiente que es cuando se atreve a algo (¡esos cambios!). Porque, a veces, desde dentro sólo lo vivimos con el miedo y la incertidumbre del momento, pensando incluso “¿por qué estoy tan cagado asustado si no es para tanto?”
¡Es que a lo mejor sí que lo es!
Para ti lo es, y con eso es suficiente.
De cuando nos subestiman…
Y es que hay veces que tenemos la reacción contraria, es decir, le quitamos importancia y soltamos esa tipiquísima frase de “no es para tanto”. Volvemos a lo mismo, a lo mejor no es para tanto para ti, desde tu prisma o desde tu forma de vida, pero para esa persona que se está atreviendo supone mucho (casi todo, a veces).
“La envidia sana no existe, eso se llama admiración”
Esa manía de subestimar lo que hacen los demás… (¿envidia, quizás?). Hace poco leí una frase que me gustó: “La envidia sana no existe, eso se llama admiración”. Prefiero quedarme con ese punto de vista, menos en este caso, ¡ahí sí hay envidia de la mala malísima! 😀 :

Por favor, pasad por su Instagram, ¡es genial! (@treintay_com)
De cuando nos conocen…
¡Ojo! También tenemos el lado opuesto, porque hay ocasiones en las que viene bien que nos bajen de la nube de intensidad (empezando por mí misma). Pero sólo son algunas ocasiones. Hay otras en las que, objetivamente, sabes que le estás dando a algo la importancia que verdaderamente tiene y que te jode molesta profundamente que lo subestimen con ese “no es para tanto”.
De cuando nos subestimamos solitos…
El otro día, charlando sobre esto, mi novio marido me dijo: “lo del ‘no es para tanto’ es verdad, pero es que a ti no te hace falta que te lo digan los demás, ya te lo dices tú sola”. Ehm… ¡touché!
A veces no hace falta que nos subestimen desde fuera, ya estamos nosotros para boicotearnos solitos, diciéndonos a nosotros mismos que “no es para tanto”. ¿Por qué nos desprestigiamos así?
En ese momento, es cuando tienen que venir a rescatarnos desde fuera, a darnos ese tirón de orejas y decirnos que lo que has conseguido tiene muchísimo más mérito del que le estás reconociendo.
Cuando subestimas lo que haces, el mundo subestima quién eres.
Oprah Winfrey
Lo reconozco, me pasa especialmente cuando ya he conseguido lo que perseguía: automáticamente, le resto todo el esfuerzo que he puesto para conseguirlo con ese maldito “pues no ha sido para tanto”.
Fuente: https://revolucionpersonal.com/
¡Resumiendo!
- Mientras que estamos inmersos en lograr algo para lo que nos estamos esforzando, el “no es para tanto” es como una patada en la barriga.
- Aunque depende de la intensidad de cada uno, puede ocurrir que igual nos estamos pasando y el “no es para tanto” viene bien para poner los pies en el suelo… Pero dicho desde el cariño, no desde la envidia.
- Sin embargo, cuando ya lo hemos logrado, nuestra cabeza sufre una especie de amnesia por la que olvida todo lo que hemos pasado y nos decimos “pues no ha sido para tanto”… ¡NO NI NÁ!
¡Todo depende del momento del proceso!
Y sobre los sueños… ¡ay los sueños!
¡Quédate por aquí y lo vemos en otro ratito!
Suscríbete o búscame en Instagram (@martamente_blog) 😉
David Rubio Sánchez
Brillante reflexión. Me has sacado una sonrisa con las conclusiones, cómo ese «no es para tanto» nos sienta como un jarro de agua fría cuando estamos en materia; pero cuando terminamos el proyecto y echamos la vista atrás somos nosotros los que decimos esa frase.
Bueno, creo que podemos distinguir a las personas cuyo motor para actuar es el miedo al fracaso de las que lo hacen por la ilusión por el éxito. Y ambas motivaciones pueden obrar milagros, aunque la primera nos provoque ansiedad.
Como todo en la vida es cuestión de perspectiva: no es lo mismo desde dentro que desde fuera.
Me encantó el artículo.
Saludos!
Marta
¡Muchísimas gracias, David! Cuánto te agradezco esas palabras, ¡animan a seguir!
Me ha gustado mucho eso de «distinguir a las personas cuyo motor para actuar es el miedo al fracaso de las que lo hacen por la ilusión por el éxito». Es tal cual dices: la perspectiva y, añadiría, el momento y el propio proyecto. Yo misma he sido los dos lados de esa moneda en según qué momentos 😉
Lo dicho, muchísimas gracias por pasarte por aquí.
¡Bienvenido! 🙂
Madre Superada
Me ha gustado mucho el post…y como siempre, me dejas pensando un rato. Como las mismas palabras pieden causar un efecto u otro en función del tono y la intención con la que se digan: ridiculizar, desprestigiar, animar, empoderar, desvalorizar… .
Me has hecho pensar también en ese: lo ves, como no era para tanto! Qur me soltaba mi madre cuando ya «todo había pasado». Ese…tampoco sentaba especialmente bien.
Un abrazo
Marta
Ya te digo, si para nosotros pierde valor «a toro pasado», imagínate para el resto… Bueno, eso por no hablar del clásico «no pasa nada» cuando por dentro estás hecho un trapillo…
Pero hemos venido a superarnos y a remontar siempre, ¡que de eso también sabes! 😉
¡Abrazo!